La Almendra
Hoy en tiempos de Kali, en una sociedad cada vez mas estresada, con más tiempo para el ocio y menos para el alma, deberíamos tener presente que es muy fácil contagiarse de los malos hábitos, de las malas costumbres. En tiempos de Kali, se le da más valor a lo que nos conduce al caos, ya sea el egocentrismo, empoderamiento a través de desempoderar a otros, etc...
Desde hace tiempo llevo observando a esta sociedad y si realmente queremos ver qué está pasando, os comparto en forma de parábola, una de mis experiencias que un día me hizo ver un poco más.
Una tarde de otoño, caminaba por el monte observando y fotografiando momentos que se desvanecían. En el horizonte un paisaje que desbordaba los sentidos, colores cobrizos acompañados de una puesta de sol que abrazaba el alma, decidí pararme a tomar algo para así también desbordar el sentido del gusto, busqué un lugar donde estar cómodo, cerca de allí ví una piedra que tenía el tamaño ideal para estar cómodo y su orientación me permitía observar y despedir ese día tan idílico, tomé una bolsa de almendras al natural que llevaba en mi mochila. El momento no podía ser mas placentero y fui disfrutando los cambios de color que surgían en el monte, en las nubes, en el entorno, al mismo tiempo que disfrutaba de las almendras. La bolsa no era muy grande pero estaban muy dulces, iba despacio disfrutando, sin darme cuenta de que ya se me estaban acabando, estaban tan buenas que no quería que llegára su fin, pero comprendí que al igual que la puesta de sol, y ese espectacular colorido, todo acaba. Vacié en la mano unas 20 almendras que me quedaban y guardé la bolsa. 20 almendras quedaban y justo la siguiente... era amarga. Aunque esa almendra no la tragué, ni con las otras 19 almendras se fue el amargor de mi boca. el momento dejó de ser idílico, pues mi mente puso su atención plena en el sentido del gusto. Tardé un tiempo en retomar y percibir de nuevo el entorno, tiempo en el que la luz había cambiado, ya era distinta, parecía ir a la par con el sentido de mi gusto y había perdido su encanto. La frase que se implantó en mi mente en ese momento... ¿como puede ser que una almendra te estropee la bolsa, e incluso con otras 19 no se quite el amargor? Después llegó la noche, ausencia de nubes y luna... comenzaron a vislumbrarse las estrellas, era un nuevo espectáculo. ¡Como esos pequeños puntitos en la inmensidad del cielo pueden evocar tanto en mi interior! decidí no fotografiar más y empaparme con todo detalle de lo que en ese preciso momento estaba aconteciendo; eso borró de mi mente el amargor de mi boca y volvió a mi ser el estado de asombro. Las estrellas cubrieron el firmamento y se podía distinguir una maravillosa vía láctea. Un día completo me dije.
Al día siguiente recordando lo sucedido, me planteé que tal vez fuese una buena parábola para estos momentos de Kali que vivimos y es que si observamos bien, las acciones dañinas o con valores egocentristas tienen cada vez mas poder en esta sociedad y que es muy difícil ir en contra de ellas.
Por eso comparto... si te conviertes en una almendra amarga en alguna de tus acciones y te das cuenta, intenta no ser esclavo de tu egocentrismo, amargando a otros, creyéndote que así lo consigues todo, muy probablemente algún día te des cuenta de que no es así, siempre necesitarás más. Tú serás tu propia almendra amarga.
Mejor Crear un universo de acciones buenas desinteresadas para compartir.
Los frutos de una cosecha amarga si, son extasiantes, pero perecederos. Los de una acción correcta no son tan extasiantes, pero te saciarán de plenitud.
Cuidado con Kali, no te conviertas en ella.
Cuida tus acciones, siembra desde el corazón, te cuidarás a ti, recogerás buenos frutos.
Desde el corazón.
Arhat